La Ruleta del Conejo Afortunado

Nunca imaginé que un juego digital pudiera sentirse como poesía—hasta que giré la rueda del Conejo Afortunado una noche de martes, con cafeína y gané 67 CNY. No fue suerte. Fue ritmo. Criado por una madre india que me enseñó que la belleza vive en la imperfección, y un padre ingeniero irlandés que construyó sistemas con lógica: la fortuna no cae del cielo, surge del giro. En mi piso compartido en el norte de Londres, mi hermana y yo convertimos nuestras noches en un ritual: revisar las tasas de victoria antes de dormir, riendo ante los premios casi perdidos como bendiciones codificadas. Lo llamamos ‘La Danza del Conejo’. Sin fuegos. Solo luz suave. El juego? No trucado. Certificado RNG. Probabilidades transparentes. Sin ilusiones.